martes. 16.04.2024

No corren buenos tiempos para nadie, o al menos para la gran mayoría de la población mundial, salvo que, por ejemplo, uno se dedique a fabricar mascarillas. Y la Fórmula 1 no es ajena a esta pandemia. Al menos, se pude decir que es uno de esos pocos deportes que ha conseguido reinventarse y conseguir las pertinentes autorizaciones para poder disputarse, aunque haya sido a base de un montón de recortes, de cargarse a los aficionados, y sobre todo, a base de dinero. Sin embargo, esta Fórmula 1 es muy diferente a la que hemos disfrutado los últimos seis años por mucho que algunos se empeñen en afirmar lo contrario.

Desde que empezó la era híbrida en 2014, Mercedes ha dominado con mano de hierro la categoría. Pero en esas seis temporadas hubo siempre un denominador común. Dos equipos, Ferrari y Red Bull, eran sus escuderos en las clasificaciones y en los podios, sí o sí. Recuerden incluso los últimos años de Fernando Alonso en McLaren cuando criticaba de alguna forma la estructura del certamen afirmando que el resto de equipos peleaban por la séptima plaza porque las seis primeras estaban adjudicadas de ante mano. Bueno, pues eso este año ha cambiado.

Con la “nueva normalidad” seguimos teniendo las flechas de plata, ahora negras por el empeño de Lewis Hamilton en dar ejemplo en la lucha contra el racismo, dominando las parrillas de salida y los podios. Pero detrás, ahora tenemos guerras abiertas y fratricidas. Ya hemos comentado en anteriores billetes esta temporada que los Ferrari ya no son lo que eran desde que les pillaron con “el carrito de los helados” el año pasado y les cazaron las “pequeñas trampas” que tenían con el tema del control del flujo del combustible desde Austin. Pero, además, Red Bull tampoco ha dado este año con la tecla. La fiebre que se ha extendido por el paddock de centrarse en la nueva normativa que no estará vigente hasta 2022 parece haber afectado también a Adrian Newey. Su tablero de dibujo y sus lápices no han aportado nada nuevo esta temporada, y cuando uno lucha contra un gigante que temporada tras temporada innova y se reinventa, no desarrollar nada nuevo es algo parecido a suicidarse.

Y digo fiebre porque todo el mundo está empeñado en lo mismo, centrarse en la nueva normativa. Esto lo hizo Mercedes ya en 2012, y le salió tan bien que ahora todo el mundo quiere repetir su experiencia. Eso sí, será a costa de permitir que Hamilton y su equipo se lleven dos mundiales más a sus vitrinas.

Sirvan como ejemplo las declaraciones de John Elkann la semana pasada. El neoyorkino es nieto de Gianni Agnelli, y fue elegido por su abuelo para presidir el conglomerado de fabricantes de automóviles abanderado como Fiat Chrysler, así como un fondo de inversión que domina empresas tan dispares como la Juventus de Turín o Ferrari. Bueno, pues en esas declaraciones a la Gazzetta dello Sport, Elkann tira la toalla para la temporada en curso y la que viene, y hace un acto de contrición de cara a resurgir de las cenizas y reinventarse en un nuevo proyecto de la mano de Charles Leclerc y Carlos Sainz. E incluso justifica a los elegidos en detrimento de Fernando Alonso y Sebastian Vettel afirmando que, será mucho más fácil llegar arriba con dos pilotos que no hayan sido campeones.

Como acto para centrar los dardos de la prensa mundial y apartar a los carroñeros de los miembros de su equipo me parecen muy bien las declaraciones en las que asume el protagonismo de la derrota, pero el multimillonario debería de recordar un par de cosas. Por un lado, el piloto que los llevó a lo más alto a principios de este siglo era dos veces campeón del mundo cuando aterrizó en Maranello. Y por otra, mientras que su nuevo proyecto siga centrado en colocar a los hombres de la casa, casi todos italianos, por cierto, en la nueva cúpula que ha sido presentada esta semana, no parece que esté seleccionando los mimbres correctos para su nuevo cesto.

La enésima reestructuración de la casa italiana pasa por restar poderes a Mattia Binotto y crear un nuevo departamento dentro del equipo denominado Desarrollo de Rendimiento, y que dejan en manos de Enrico Cardile. Mientras que Enrico Gualtieri sigue como responsable de motores, Laurent Mekies como director deportivo, y Simone Resta con la ingeniería de chasis. Vamos, más de lo mismo. Y para colmo de males, se empeñan a resucitar para la competición al gran Rory Byrne al que denominan como “asesor” del equipo, el surafricano del que hablábamos en el billete de Hungría, y que los llevó a la cúspide con Todt, Brown y Schumacher, pero que a sus 76 años no nos parece el más adecuado para poner orden en Maranello. Vamos, si yo fuera Carlos Oñoro, primo y manager de Carlos Sainz, me centraría en revisar el contrato firmado con Ferrari para ver cómo anularlo y seguir unas temporadas en McLaren.

Pero volvamos a lo que vimos ayer en Silverstone. Tal y como iniciábamos el billete, de no ser por las individualidades de Max Verstappen y de Charles Leclerc, ahora la pelea por el podio es casi asumible para otros equipos. McLaren, Renault y Racing Point son claros candidatos a estas luchas. Los dos primeros por el potencial de Lando Norris, Carlos Sainz, y Daniel Ricciardo, mientras que los terceros por el potencial de su monoplaza, copia polémica del Mercedes de 2019. Realmente es una pena que no haya coincido uno de esos tres pilotos con la montura rosa porque sin duda estarían más cerca del podio.

Ayer fue el español el que dominó en esa jauría de pilotos que luchaban por cazar a Leclerc. Eso sí, ese factor determinante en una carrera que es la bandera a cuadros se hizo de rogar para el madrileño. Por alguna razón todos ayer creyeron que los Pirelli eran indestructibles y que, aunque habían alargado la vida del duro por el segundo safety car provocado por la salida de Daniil Kvyat, podrían llegar a ver esa ansiada bandera sin realizar un segundo pit stop. Bueno, pues primero cayó Valtteri Bottas, que de paso se quedó fuera de los puntos, luego Carlos Sainz que también se llevó un cero cuando había heredado la cuarta plaza tras el desastre del finlandés, y por último, el tercero en caer fue Lewis Hamilton.

Pero claro, hay pinchazos y pinchazos, y el de Stevenage tiene clase hasta para pinchar. Con la banda de rodadura totalmente despegada de los flancos del neumático delantero izquierdo, el mismo que reventaron sus rivales, el británico consiguió hacer una vuelta entera y que en la misma no se desintegrara, manteniendo una velocidad suficiente para no ser cazado por Max Verstappen, quien había decidido cambiar gomas para luchar por el punto que otorga la vuelta rápida en carrera. De no haber elegido esta opción, el holandés se habría impuesto en una carrera tranquila que cogió tintes dramáticos en las dos últimas vueltas. Pero ya saben, aunque a Hamilton no le guste la fiesta taurina, hasta el rabo todo es toro.

@luismanuelreyes

 

CLASIFICACION

1.-Lewis Hamilton (Mercedes) 52 - 1'28:01.283 
2.-Max Verstappen (Red Bull/Honda) 52 - 1:28'07.139
3.-Charles Leclerc (Ferrari) 52 - 1:28'19.757
4.-Daniel Ricciardo (Renault) 52 - 1:28'20.933
5.-Lando Norris (McLaren/Renault) 52 - 1:28'23.560
6.-Esteban Ocon (Renault) 52 - 1:28'28.220
7.-Pierre Gasly (AlphaTauri/Honda) 52 - 1:28'32.471
8.-Alexander Albon (Red Bull/Honda) 52 - 1:28'33.953
9.-Lance Stroll (Racing Point/Mercedes) 52 - 1:28'38.594
10.-Sebastian Vettel (Ferrari) 52 - 1:28'43.140
11.-Valtteri Bottas (Mercedes) 52 - 1:28'43.450
12.-George Russell (Williams/Mercedes) 52 - 1:28'53.287
13.-Carlos Sainz (McLaren/Renault) 52 - 1:28'54.653
14.-Antonio Giovinazzi (Alfa Romeo/Ferrari) 52 - 1:28'55.488
15.-Nicholas Latifi (Williams/Mercedes) 52 - 1:28'55.832
16.-Romain Grosjean (Haas/Ferrari) 52 - 1:28'56.333
17.-Kimi Räikkönen (Alfa Romeo/Ferrari) 51 - 1:28'40.265
Daniil Kvyat (AlphaTauri/Honda) 11 - 20'32.601
Kevin Magnussen (Haas/Ferrari) 1 - 1'43.753
Nico Hülkenberg (Racing Point/Mercedes) 0

 

Hasta el rabo todo es toro