150 años de una leyenda que revolucionó el mundo del neumático

De una humilde granja en Ohio (Estados Unidos) a convertirse en un auténtico visionario y liderar una de las principales compañías del mundo de fabricación de neumáticos. Todo esto y mucho más fue Harvey Samuel Firestone, del que se cumplen el próximo 20 de diciembre 150 años de su nacimiento.

Sin duda, una mente privilegiada y un espíritu emprendedor que apostó por la innovación como forma de crecer y de satisfacer las necesidades de sus clientes. Y es que Harvey S. Firestone tuvo siempre una visión global, pero sin olvidar un fuerte compromiso local. Con apenas 22 años, en 1900, fundó The Firestone Tire & Rubber Co y en 1928 inauguró la primera fábrica de Firestone fuera de Estados Unidos, concretamente en Brentford, Inglaterra.

Este fue sólo el comienzo: la compañía estableció fábricas en todos los continentes para atender de la mejor manera posible a los clientes de todo el mundo. Así, en 1932, Firestone decidió fundar Firestone Hispania (actualmente Bridgestone Hispania tras la entrada de Firestone en el grupo japonés en 1988).

La primera fábrica en territorio nacional se construyó en 1931 en Basauri (Vizcaya), que cuenta hoy con cerca de 1.000 trabajadores y que produce todos los neumáticos de camión y autobús de la compañía que se exportan a Europa, aproximadamente 4.900 cubiertas al día. En 1967 se inauguró la fábrica de Burgos, actualmente con más de 1.350 empleados y que produce neumáticos para turismo y camioneta (unas 27.000 cubiertas al día). Por su parte, en 1976 abrió sus puertas la fábrica de Puente de San Miguel (Cantabria) que tiene 359 trabajadores y la única que produce neumáticos agrícolas para todo el continente (820 cubiertas al día). Estas tres plantas facturan actualmente cerca de 600 millones de euros y la previsión para 2018 supera esa cifra.

UNA HISTORIA LIGADA A LA INNOVACIÓN

Harvey S. Firestone tuvo la visión de prever que el futuro del transporte iría de la mano de los vehículos a motor de cuatro ruedas y, en 1906, acordó con su amigo Henry Ford ser el fabricante de los neumáticos de su famoso modelo T. En 1920, la compañía facturaba ya 115 millones de dólares. Esta época de cambios, inspiró a Firestone para abrir estaciones multiservicio, que se extendieron rápidamente por todo el país, vendiendo neumáticos nuevos, ofreciendo cambios de aceite y de baterías, reparaciones de frenos y otros trabajos de mantenimiento.

Su mente no paraba de funcionar, ya que como él mismo decía, “las ideas son el mayor activo de cualquier hombre”. Así, en 1923 introdujo una nueva tecnología de neumáticos de baja presión, los neumáticos “balón”, con los que ofrecía un producto más cómodo, con mejor agarre y de más confianza que los neumáticos de la época. También fue pionero al crear el primer neumático antideslizante, colocando una banda de rodadura con textura de caucho en la superficie del neumático para crear tracción. Esto permitió una conducción más segura a velocidades más altas, menos accidentes y una aceptación más amplia de los automóviles.

Además, en la década de 1930, Firestone revolucionó la amortiguación de los vehículos, reemplazando los muelles metálicos por caucho, lo que mejoró enormemente la comodidad de los pasajeros. Patentado en 1938, el amortiguador de aire Firestone Airide sigue siendo la amortiguación neumática más utilizada del mundo.

También en los años 30, la compañía introdujo neumáticos de caucho en tractores y en maquinaria agrícola, los cuales (a diferencia de los de acero) no aplastaban los cultivos y podían utilizarse en cualquier condición climatológica. En 10 años, los neumáticos de caucho ya eran utilizados de manera estándar por los agricultores.

MUCHO MÁS QUE UN HOMBRE DE NEGOCIOS

Harvey S. Firestone fue mucho más que un exitoso hombre de negocios. Era un hombre de familia (tuvo cinco hijos), filántropo y un inversor destacado en la sociedad estadounidense del siglo XX. Esta filosofía lo convirtió en compañero de viaje de otras mentes privilegiadas de la época como Henry Ford y Thomas Edison, con quienes formó el Club de los Millonarios, un círculo en el que se reunían y acordaban la adquisición de bienes, sobre todo, inmuebles con un simple apretón de manos, fruto de la camaradería y confianza que se profesaban.

Firestone también contribuyó a mejorar el estado de las autopistas de Norteamérica. Su movimiento “Good Roads”, iniciado en los años 20 para remediar el mal estado de las carreteras del país, inspiró décadas después la aprobación de la Ley de Autopistas de Ayuda de 1956, promulgada por el presidente Eisenhower.

Firestone estuvo también muy vinculado a la competición. En 1909, creó un juego de neumáticos para un coche conducido por Barney Oldfield en la Indianapolis 300. Oldfield llegaría a afirmar: “Mi único seguro de vida son los neumáticos Firestone”. En 1911, Ray Harroun ganó la primera carrera de la famosa Inidanapolis 500 en un Marmon Wasp equipado con neumáticos de la marca. Desde ese momento, Firestone se vinculó a la mayoría de las victorias obtenidas en competiciones de coches de carrera. Además, desde 1965 y durante 10 años, Firestone estuvo también involucrado en las series de Fórmula 1 FIA.

La música fue también otra de sus grandes pasiones. Así, “The Voice of Firestone” (1928-1963) se convirtió en el primer programa de radio musical patrocinado comercialmente. Aclamado por la crítica y con una devota audiencia, contó con músicos de renombre, cantantes de ópera y voces populares de Broadway como Nelson Eddy, Robert Merril y Gladis Swarthout. El programa también sirvió para dar voz a diversas cuestiones cívicas y sociales. En 2015, la marca decidió recuperar el espíritu original creando Firestone Live, convirtiéndose en patrocinador de los principales festivales de música de varios países europeos, entre ellos España, donde además lanzó en 2017 la Ruta Firestone con conciertos que recorre diferentes ciudades españolas abanderando la música de carretera.