Que la lluvia afecta a la conducción es un hecho conocido desde los inicios de la automoción; ya en 1903 Mary Anderson patentó los primeros limpiaparabrisas. El mayor número de accidentes invernales se producen con lluvia, con cifras muy por encima de la siniestralidad con nieve, niebla, granizo o viento. Según diversos estudios, el riesgo de sufrir un accidente cuando llueve es un 70% superior y se produce mientras está lloviendo, no cuando dejan de caer gotas pero el asfalto sigue mojado. Una de las teorías que explican este fenómeno es que los conductores compensan el riesgo de derrapar asociado a una carretera mojada, pero no por la menor visibilidad debida a la lluvia. De esta forma, es la reducción de la visibilidad, y no la menor adherencia del asfalto, la principal culpable de la siniestralidad en lluvia.
¿CÓMO AFECTA LA LLUVIA A LA VISIBILIDAD?
Hay tras grandes grupos de factores que explican cómo la lluvia afecta a la visibilidad en la conducción. En primer lugar, cuando llueve hay menos luz ambiental y las gotas de agua en el aire reducen la visibilidad horizontal, definida como la distancia máxima a la que un observador puede distinguir un objeto.
En segundo lugar, la lluvia modifica drásticamente el entorno visual de los conductores, especialmente de noche. Filtra parte de la luz de los faros y reduce las zonas iluminadas; cambia la luz que se refleja sobre la carretera (el asfalto se ve más oscuro), reduce las propiedades reflectantes de la pintura de las marcas viales, disminuye el contraste entre los objetos y su fondo, y cambia la percepción visual de ciertas superficies.
Pero el efecto más peligroso de la lluvia es que afecta la capacidad del conductor para ver a través del parabrisas. Según el estudio de Andrey y Knaper la visibilidad reducida bajo condiciones de lluvia se debe principalmente a la perturbación visual en el parabrisas, más que al efecto atmosférico en sí. Las gotas de agua en el parabrisas distorsionan la luz y reducen el rendimiento visual del conductor. Incluso con los limpiaparabrisas en funcionamiento, la falta de uniformidad de la capa de agua sobre el cristal explica la mayor parte de la reducción de la visibilidad. Este efecto se multiplica si el parabrisas sufre desperfectos (impactos, grietas, arañazos…) y si también se ha manchado con el barro y grasa que suele haber en la carretera. Todo ello aumenta la carga mental del conductor y hace que dirija la mirada a puntos más cercanos de la carretera, lo que produce una menor capacidad de anticipación a las situaciones de la conducción.
10 CONSEJOS DE VISIBILIDAD EN LLUVIA QUE EVITAN ACCIDENTES
1. Mantener el parabrisas en buen estado, sin daños y limpio. Según un estudio de Fesvial, 6 de cada 10 conductores no comprueba que su parabrisas permita una buena visión.
2. Tener en perfecto estado las escobillas de los limpiaparabrisas. Según ese mismo estudio, el 75% de los conductores españoles reconoce haber conducido con las escobillas en mal estado y más de un 70% no las sustituye con la frecuencia recomendada.
3. Aplicar un tratamiento repelente de lluvia en el parabrisas, para hacer que las gotas de agua apenas toquen la superficie del cristal, formando “perlas” que ruedan rápidamente. Está demostrado por diversos estudios que los tratamientos hidrofóbicos mejoran la agudeza visual y que son particularmente beneficiosos de noche.
4. Cuando llueve, los cristales tienden a empañarse más rápido. Un cristal sucio por dentro hace que se empañe con más facilidad y que sea más difícil de desempañar. Esto también es importante en las ventanillas laterales, que nos permiten ver a través de los retrovisores exteriores. Lo más eficaz es poner la ventilación en su función específica (la que dirige el aire hacia el parabrisas), con al aire acondicionado y la recirculación, además de la calefacción.
5. Encender las luces de carretera para ver y ser vistos, no las largas, pues su reflejo reduce la visibilidad. En condiciones extremas, activar los antiniebla traseros y no olvidarnos de apagarlos cuando el tiempo mejore, para no molestar a los demás ni recibir una multa.
6. “Leer” el asfalto para buscar charcos o regueros que puedan causar un acuaplaning, y también para detectar su agarre: un asfalto claro que refleja como el cristal tiene menos agarre que uno oscuro que no reflecta la luz.
7. Aumentar la distancia de seguridad. Esto os dará más tiempo de reacción ante imprevistos y reducirá el agua en suspensión que levanta el vehículo que llevamos por delante.
8. Fijarnos en las luces de los coches que nos preceden, pues nos ayudan a saber por dónde va el camino y si hay imprevistos que les obligan a frenar.
9. Si la visibilidad se reduce hasta imposibilitar la conducción, parar en un lugar seguro para no ser embestidos por otro vehículo. Hasta encontrar ese lugar, avanzar alternando la vista al frente con miradas más cercanas a izquierda y derecha buscando las líneas de la carretera.
10. Estar atentos a los vehículos que nos rodean, sobre todo, camiones y autobuses, pues pueden levantar grandes cantidades de agua al pasar sobre charcos. Mirar bien hacia delante antes de adelantar o cruzarnos con ellos, para saber lo que va a pasar durante esos segundos en los que se pierde la visión. Si recibimos una de estas grandes salpicaduras por sorpresa (sobre todo, cuando vienen del sentido contrario de una autovía o autopista) no perder la calma por el impacto, ni por quedarnos “a ciegas”: hay que mantener la trayectoria y no dar frenazos bruscos.