El podio de este fin de semana en el Gran Premio de Canadá nos dejó una imagen difícil de ver y a la que sin embargo creo que nos vamos a tener que acostumbrar. Era la tercera vez que los tres mejores pilotos de la actualidad coincidían en un podio. La primera había sido en Catar 2021 con el único cajón de honor que pescó Fernando Alonso en su paso por Alpine. En aquella ocasión la victoria fue para Lewis Hamilton y el segundo puesto para Max Verstappen. La segunda llegó este año en Australia, donde el británico y el holandés alternaron sus posiciones, mientras que en Canadá vimos una tercera configuración con el asturiano en el segundo lugar precedido por el hijo de Jos. Sin embargo, sus 11 títulos mundiales se vieron deslumbrados en el Gilles Villeneuve por alguien que atesora tantos entorchados como suman los tres ases del volante, el ingeniero Adrian Newey.
Parece como si Christian Horner hubiese querido bajar los humos a tanto piloto campeón del mundo eligiendo como representante del equipo para recibir el trofeo a la escudería que gana el gran premio al único empleado capaz de empequeñecer los siete títulos de Hamilton. Su imagen junto con los tres campeones del mundo sí que hace que el podio de Canadá sea algo para recordar muchos años.
Nacido hace 64 años en Stratford-Upon-Avon este ingeniero aeronáutico inició su carrera muy lejos de la Fórmula 1, en 1983 en la IMSA y la CART americanas. Allí se llevó con March dos títulos en los carrozados y otro en los monoplazas, con victoria incluida en la Indy 500. Son por lo tanto 40 años dedicado a la competición con tres épocas muy claras de dominio aplastante en la parrilla que no comenzaron precisamente con buen pie.
Tras su regreso a Europa, primero con la propia March con la que había triunfado en América, y luego como Leyton House, los monoplazas azul turquesa dejaron de recibir sus cuidados cuando fue despedido a finales de los 80 por la poca fiabilidad de sus diseños, siempre basados en la aerodinámica.
Como tantos otros genios, la característica de Newey ha sido siempre ser un hombre adelantado a su tiempo. Cuando él empezó a primar la aerodinámica por encima de cualquier otro elemento de diseño en el monoplaza capaz de restar décimas de segundo a cada vuelta, nadie consideraba que aquello fuese útil ni si quiera necesario. Sin embargo, tras su despido en Leyton House si hubo alguien en Grove que creyó en el potencial de este loco del lápiz, Frank Williams.
La dupla que formaron Newey y Patrick Head proporcionó uno de los monoplazas más dominadores de las últimas décadas, el FW14B. Sus creaciones han dado alegrías a más de un piloto. Nigel Mansell, Alain Prost, Damon Hill, Jacques Villeneuve, Mika Hakkinen, Sebastian Vettel y ahora Max Verstappen deben muchos de sus triunfos y campeonatos del mundo a este excéntrico ingeniero.
Desde 2005 Newey encontró en Milton Keynes lo que tanto había deseado en Grove y Woking, y tanto le había costado encontrar. Un entorno en el que tuviese libertad y carta blanca para llevar sus ideas del lápiz a las máquinas de control numérico, y a los autoclaves donde se da forma a la fibra de carbono. En Williams la figura de Patrick Head primero y la muerte de Ayrton Senna después fueron aspectos que marcaron su carrera, y que acabaron con el diseñador enrolándose en McLaren.
Quizás ahí fue donde más cortapisas recibió de uno de los dirigentes con peor prensa del paddock por su mano de hierro, Ron Dennis. Su asociación devolvió a la senda del triunfo a McLaren, pero también le proporcionó importantes dolores de cabeza al tener que lidiar el día a día con un Dennis en su máxima expresión.
Por eso, cuando aceptó la oferta de Dietrich Mateschitz para unirse en 2006 al proyecto de Red Bull abandonando una de las mejores escuderías de la parrilla para entrar en un proyecto sin garantía alguna de éxito fue catalogado de loco. Justo la misma oferta que poco tiempo después recibiría Alonso y que declinó para esperar a subirse a Ferrari en 2010 con una travesía por el desierto de dos años en su segunda época en Renault.
Por el medio el aerodinamicista también pudo vestirse de rojo. Luca Cordero di Montezemolo y Jean Todt quisieron llevárselo a Maranello para compensar el vacío dejado por Rory Byrne tras los éxitos del surafricano con Michael Schumacher, pero hubo un elemento que no cuadró en la ecuación de Newey, su familia. Él no quería que sus hijos crecieran lejos de las islas, y puso por delante su bienestar que la opción de vestirse de rojo, algo soñado por cualquier ingeniero o piloto. Quizás por eso la reina Isabel II le condecoró en 2012 como oficial del Imperio Británico, una distinción que recibió junto a Nigel Mansell.
Los ingenieros de Fórmula 1 son los grandes desconocidos del Gran Circo. Igual que en los rallyes se dice que un copiloto no puede ganar una carrera, pero si perderla si comete un solo error, en la F1 sí que podemos afirmar que un ingeniero puede ganar mundiales. No cabe duda que hay que tener un buen piloto a los mandos, pero hoy en día si un buen coche no se gana. La lista de elegidos para dotar a sus pilotos de ese plus especial es larga, Colin Chapman, John Barnard, Rory Byrne, Gordon Murray, John Cooper, Steve Nichols, Patrick Head, Mauro Forghieri o Rudolf Uhlenhaut. Todos han destacado en algún campo y han situado en la pista algún concepto que ha marcado el devenir de las carreras, pero solo Newey ha sido capaz de realizar esa proeza en tres equipos diferentes: Williams, McLaren y Red Bull.
Ahora, con 12 títulos de pilotos y 11 de constructores a sus espaldas y rozando la edad de jubilación parece que aún tenemos Newey para rato. Su contrato en Red Bull es uno de los mejores secretos guardados en Milton Keynes. De hecho es de los pocos miembros del paddock que está fuera incluso de los controles de gasto impuestos hace dos años por la FIA, puesto que la norma permite sacar fuera de la ecuación los emolumentos de los altos directivos, para lo que incluso se han inventado el que parte del sueldo que recibe se deba a otros menesteres como la dedicación a participar en el desarrollo del Aston Martin Valkyrie cuando el fabricante era patrocinador de Red Bull, o incluso como diseñador en la Copa América que tanto ama.
Aunque su contrato finaliza a finales de año se da por hecha su renovación, con lo que seguiremos viéndolo por la parrilla analizando las novedades de sus rivales con su inseparable lápiz y libreta con los que plasma todo lo que ve en un fin de semana de carreras para luego trasladarlo a su ejército de ingenieros. Y es que, como ha declarado en más de una ocasión: “es más rápido dibujar con el lápiz que con el ordenador, y además si no te gusta lo puedes borrar con una goma”.
@luismanuelreyes
CLASIFICACION
1.-Max Verstappen (Red Bull Racing) 70 - 1:33'58.348
2.-Fernando Alonso (Aston Martin) 70 - 1:34'12.516
4.-Charles Leclerc (Ferrari) 70 - 1:34'16.996
5.-Carlos Sainz (Ferrari) 70 - 1:34'19.888
6.-Sergio Pérez (Red Bull Racing) 70 - 1:34'49.376
7.-Alexander Albon (Williams) 70 - 1:34'59.161
8.-Esteban Ocon (Alpine) 70 - 1:35'00.040
9.-Lance Stroll (Aston Martin) 70 - 1:35'02.750
10.-Valtteri Bottas (Alfa Romeo) 70 - 1:35'02.780
11.-Oscar Piastri (McLaren) 70 - 1:35'03.449
12.-Pierre Gasly (Alpine) 70 - 1:35'03.597
13.-Lando Norris (McLaren) 70 - 1:35'06.711
14.-Yuki Tsunoda (AlphaTauri) 70 - 1:35'11.771
15.-Nico Hülkenberg (Haas) 69 - 1:34'15.291 - 1 vuelta
16.-Zhou Guanyu (Alfa Romeo) 69 - 1:34'15.725 - 1 vuelta
17.-Kevin Magnussen (Haas) 69 - 1:35'08.607 - 1 vuelta
18.-Nyck de Vries (AlphaTauri) 69 - 1:35'13.315 - 1 vuelta
George Russell (Mercedes) 53 - 1:13'07.798 - Retirado
Logan Sargeant (Williams) 6 - 8'10.072 - Retirado